EL MAESTRO

Nací en el instante en que surgió una pregunta de la boca de un niño. He sido muchas personas en muchos lugares. Soy Sócrates animando a los jóvenes de Atenas a descubrir nuevas ideas a través de las preguntas. Soy Anne Sullivan horadando los secretos del universo para ponerlos en la mano extendida de Helen Keller. Soy Aesop y Hans Christian Andersen revelando la verdad por medio de innumerables narraciones. Soy Marva Collins peleando por el derecho de todos los niños a la educación. Soy Mary McCleod Bethune edificando una gran universidad para mi pueblo, usando cajones vacíos de naranjas como pupitres. Soy Bel Kaufman luchando para ir en contra de la corriente. Los nombres de quienes practicaron mi profesión han ganado el reconocimiento de la humanidad… Booker T. Washington, Buda, Confusio, Ralph Waldo Emerson, Leo Buscaglia, Moisés y Jesús. Soy también aquellos cuyos nombres y rostros se han olvidado hace mucho tiempo, pero cuyas lecciones y carácter se recordarán siempre en los logros de sus alumnos.



He llorado de alegría en las bodas de los antiguos alumnos, he reído con regocijo en el nacimiento de sus hijos, y he permanecido con la cabeza inclinada por el dolor y la confusión en las tumbas cavadas demasiado pronto para cuerpos demasiado jóvenes. En el transcurso de un día se me ha pedido ser actor, amigo, enfermero y médico, entrenador, hallador de objetos perdidos, prestamista, chofer de taxi, psicólogo, padre sustituto, vendedor, político y defensor de la fe. Dejando a un lado los mapas, planos, fórmulas, verbos, historias y libros, no he tenido en realidad nada qué enseñar porque mis estudiantes han aprendido por sí mismos y sé que se necesita el mundo entero para decirte quién eres.



Soy una paradoja. Hablo más alto cuando escucho más. Mis más grandes regalos son lo que quiero recibir, agradecidamente, de mis alumnos. La riqueza material no es una de mis metas, pero soy un buscador de tesoros de tiempo completo, en mi búsqueda de nuevas oportunidades para que mis estudiantes puedan usar sus talentos, en mi constante búsqueda de esos talentos que a veces yacen enterrados en la autoderrota.



Soy el más afortunado de todos quienes trabajan. A un médico se le permite traer una vida en un momento mágico. A mí se me permite que esa vida renazca día a a día con nuevas preguntas, ideas y amistades. Un arquitecto sabe que si construye con cuidado, su estructura puede permanecer por siglos. Un maestro sabe que si construye con amor y verdad, lo que construya durará para siempre. Soy un guerrero que batalla diariamente contra la presión de los amigos, de la negatividad, del temor, de la conformidad, de los prejuicios, de la ignorancia y de la apatía. Pero tengo grandes aliados: la inteligencia, la curiosidad, el apoyo de los padres, la individualidad, la creatividad, la fe, el amor y la risa, todos ellos me ayudan a levantar mi bandera con su apoyo insuperable.


Y de esa manera tengo un pasado rico en recuerdos. Tengo un presente desafiante lleno de aventuras y entretenimiento, porque se me permite emplear mis días en el futuro. Soy un maestro… y doy gracias a Dios por eso todos los días.


Autor: -John W. Schlatter-

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Thursday, December 1, 2016

La revolución de los salones de clase en Finlandia

Este país del norte de Europa se ha caracterizado en los últimos tiempos por tener uno de los mejores sistemas de educación en el mundo. Allí, la educación es gratuita y los profesores gozan de prestigio en la sociedad, tanto así que el que quiera serlo debe pasar por un proceso de selección complejo: solo una de cada diez personas que intentan ingresar a la carrera para ser docente lo consigue.
Finlandia, además, es un país que innova en materia de educación. Una de sus últimas reformas es que en los colegios los contenidos que estudian los alumnos de los últimos grados se están empezando a ver de manera más amplia y transdisciplinar. Es decir, la Segunda Guerra Mundial se puede analizar al mismo tiempo desde las matemáticas, la geografía y la historia, dándole prelación a este tipo de enseñanza por encima de la tradicional.
No se trata de lo que han dicho algunos medios, que señalaban que los colegios ya no tendrán asignaturas como matemáticas, lenguaje, historia, física, química, biología, etc. Las asignaturas sobreviven, sin embargo, sí hay un proceso por el que está pasando la enseñanza en Finlandia en el que poco a poco las asignaturas dejarán de ser importantes por sí solas para ser abordadas de una manera diferente: se seleccionan temas amplios y hechos históricos, como por ejemplo el cambio climático, la Unión Europea, los 100 años de la independencia de Finlandia,  y los profesores les enseñan a sus alumnos de estos eventos en cursos interdisciplinarios desde el lenguaje, la geografía, las ciencias y la economía.
En los salones de clase el aprendizaje es diferente: grupos pequeños de alumnos se reúnen para exponer entre ellos y resolver problemas juntos, y los profesores sirven de asesores, de mentores, teniendo una relación más cercana y no tan distante con sus alumnos. En esta sociedad es una característica fomentar el trabajo en equipo.  Por otro lado, los estudiantes tienen mayor participación, ya que pueden escoger qué períodos históricos estudiar y evaluar entre ellos mismos lo que han aprendido, y los profesores dejan de concentrarse exclusivamente en sus áreas de conocimiento para empezar a trabajar y colaborar con colegas de otras áreas.
En las últimas pruebas Pisa Finlandia no figura de primero en las lista, a diferencia  de otros años, incluso bajó al sexto lugar. Algunos señalan que estos nuevos cambios que se han venido aplicando son los causantes de estos puntajes. Sin embargo, parece que para los finlandeses hay otras prioridades en la educación. Según el experto de educación finés, Pasi Sahlberg: “La respuesta es que los educadores en Finlandia piensan, muy correctamente, que las escuelas deben enseñar lo que los jóvenes necesitan en sus vidas en lugar de tratar de recuperar a los resultados de las pruebas nacionales en donde estaban”.
Tomado de Semana, noviembre 30 de 2016, http://www.semana.com/educacion/articulo/educacion-en-finlandia/507436

4 modelos educativos colombianos entre los mejores del continente

Los modelos educativos colombianos fueron seleccionados dentro de un grupo de 15 políticas públicas que deberían ser implementadas por los gobiernos de América Latina, luego de una investigación que llevó a cabo el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
Chile, México, Brasil, Perú, Argentina y Uruguay tienen modelos que también fueron escogidos. Sin embargo, Colombia es el país que tiene más proyectos seleccionados. Los elegidos en los diferentes países se destacaron por ser innovadores, por ser programas que fueron creciendo tras el impacto que causaron, llegando con el paso del tiempo a más alumnos y a más escuelas, y por mostrar una forma de generar cambios en la sociedad de maneras no tradicionales.
Los modelos educativos de Colombia son: Bibliotecas Públicas de Medellín, Escuela Nueva, y Educación para la Ciudadanía y la Convivencia de Bogotá. Por último, el Sistema Interactivo Transformemos: es el único de los 15 elegidos que fue realizado para la educación de jóvenes y adultos y fue reconocido como uno de los mejores modelos educativos en el mundo, por lo que recibieron el premio Unesco Confucio Educación para la paz.
Los cuatros modelos colombianos:
Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín: Más allá de ser bibliotecas que han servido para la organización de eventos y en los que los estudiantes se reunen a estudiar, estos lugares han logrado un impacto en la sociedad contribuyendo al desarrollo de las comunidades y a la construcción de tejido social.
Escuela Nueva: Este proyecto ha llegado a más de 20.000 escuelas rurales en Colombia.  
Su éxito se dio por el trabajo que realizó el Estado y la Fundación Nueva Escuela para que la estrategia llegara a miles de escuelas y zonas rurales, con contenidos y programas de alta calidad, involucrando y logrando que se apropiaran del proyecto alumnos, padres de familias y planteles educativos.
Proyecto de Educación para la Ciudadanía y la Convivencia (PECC):Teniendo en cuenta el conflicto que durante décadas ha vivido el paíseste proyecto implementado por las autoridades de Bogotábusca formar alumnos con competencias ciudadanas y críticos frente a su entorno, con la intención de que el desarrollo de estas habilidades tengan la misma importancia en las escuelas que los contenidos académicos.
Sistema Interactivo Transformemos: La Fundación Transformemos durante 10 años ha logrado incluir en el sistema educativo a 400.000 jóvenes y adultos de poblaciones vulnerables del país, para los que creó un software educativo que desarrolla 8.000 horas de clase en  26 departamentos. También cuenta con un software multilingüe para la educación de pueblos indígenas. Y ganó el premio al mejor libro de cocina del mundo, realizado por pueblo de Palenque, a quienes les enseñaron a leer
“En Colombia hay diez millones de jóvenes y adultos mayores de 15 años que han desertado; entre ellos, cerca de dos millones y medio de iletrados y las ochos millones de víctimas de la guerra. Por ello es claro que, para lograr una paz real, es necesario volver a incluir a estos colombianos en el sistema educativo para convertirlos en generadores de desarrollo y gestos de paz. Por esta razón hemos ofrecido al señor presidente Juan Manuel Santos y a la ministra de Educación Yaneth Giha Tovar, todo nuestro apoyo”, afirma Rodolfo Ardila, director de Desarrollo de Transformemos.
Tomado de Semana, noviembre 29 de 2016, http://www.semana.com/educacion/articulo/modelos-educativos-colombia/507283

Mediocres niveles de lectura y escritura entre los jóvenes colombianos

Un reciente estudio de la Red de Lectura y Escritura en Educación Superior, que lidera la Universidad de La Sabana, afirma que los estudiantes de primer año en la universidad no saben escribir un ensayo, tienen mala ortografía y carecen de competencias en comprensión de lectura.
La investigación asegura que en el bachillerato los alumnos no desarrollan las habilidades lingüísticas necesarias que les permiten tener un conocimiento básico en el manejo de la lengua española, razón por la cual se les dificulta enfrentarse a textos de mayor nivel académico, tanto para leerlos como para escribirlos.
Según Mariano Lozano, profesor del Departamento de Lengua de la Universidad de La Sabana y uno de los principales investigadores del estudio, “el estudiante, por lo general, es muy descuidado con la ortografía, especialmente con la puntuación y acentuación. En el bachillerato, en clase de español o literatura, poco se le enseña el manejo de las normas ortográficas”, dice.  
El estudio evidencia que los alumnos no encuentran diferencia entre el proceso de lectura que desarrollaron en el colegio y el que van a empezar a realizar en la universidad. El informe, por ejemplo, indica que los jóvenes no son capaces de redactar textos críticos.  
Rajados en las pruebas internacionales Según los más recientes resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) que evalúa a estudiantes de quince años de edad en tres áreas específicas: lectura, matemáticas y ciencias naturales; en competencia de lectura el 47% de los bachilleres colombianos está por debajo del nivel mínimo de la prueba o Nivel 2. “Ellos leen, entienden e infieren, pero cuando llegan al proceso de la lectura crítica a través del texto se les complica la situación”, señala Lozano.
Otras pruebas internacionales, como PIRLS (Estudio Internacional del Progreso de Competencia Lectora) que se realiza en 48 países y nueve regiones alrededor del mundo, y que en el último estudio evalúo a 3.966 alumnos con edades entre 9 y 10 años, en más de 180 establecimientos educativos, confirma que el nivel de desempeño en competencia lectora es muy bajo, teniendo el estudiante un puntaje promedio de 448 (nivel bajo) de 675 (nivel avanzado) lo que repercute en el bachillerato en una comprensión deficiente del proceso de lectura.
Para Lozano, otro problema que influye en las falencias que tienen los alumnos, consiste en la deficiencia de las políticas institucionales para el desarrollo de procesos de lectura y escritura desde la educación media en Colombia. “Es cierto que se hacen procesos de lectura y escritura, porque se tienen establecidos en los programas, pero hace falta una política que determine esta competencia como tal”, comenta.
De otra parte, Juan Carlos Vergara, director de la Maestría en Lingüística Panhispánica de la Universidad de La Sabana, sostiene que, aunque el esfuerzo de los docentes de español o lenguaje es notorio, este no es suficiente. “Si el estudiante tiene la fortuna de tener un muy buen docente de lengua, llega a la universidad con muy buen nivel”, dice.
Aunque esta investigación arrojó que el nivel de lectoescritura de los estudiantes no es alto, el Ministerio de Educación Nacional encontró que, pese a que los estudiantes colombianos ocuparon los últimos lugares en los resultados de las recientes pruebas PISA, el área en que menos mal les fue está relacionada con la lectura. Es decir, como lo concluye Lozano, no somos malos sino muy mediocres. 
Tomado de Semana, Noviembre 11 de 2016, http://www.semana.com/educacion/articulo/bajos-niveles-de-lectura-en-universidades-de-colombia/506165

Thursday, November 17, 2016

Valorar mejor a los profesores

El académico y columnista de El Colombiano, Juan José García Posada, hace un llamado a revisar el afán en el que han caído las IES y el sistema de valorar el trabajo docente especialmente en torno de desarrollos investigativos, dejando de lado la esencia del trabajo formativo de los mismos.

Ha dicho la entrante Ministra de Educación, Yaneth Giha, que entre sus prioridades estará el mejoramiento de la calidad de la docencia. El país avanzará en materia educativa si avanzan y ascienden los profesores. Es tan obvio como esencial. Pero ese objetivo capital será irrealizable en la educación superior si el trabajo docente se desvaloriza mientras se convierte la investigación en el fin más importante de la corporación universitaria. La docencia está perdiendo categoría y los profesores van apartándose de la responsabilidad de formar y orientar a los estudiantes en el conocimiento, la actitud ética y el pensamiento crítico, porque tienen que esforzarse por ganar méritos como investigadores, más al servicio de comunidades científicas tal vez herméticas y de las estrategias dirigidas a subir algunos escaños en los ránquines que determinan la medición del grado de reconocimiento público de las universidades.


La investigación en todos los campos del saber es fundamental. Negarlo es un disparate. Pero las universidades deben conservar el orden original de los fines: Docencia, investigación y extensión. Docencia, con énfasis en la investigación, no al revés. La comunidad de profesores y estudiantes que señala la índole de la corporación universitaria desde hace ocho centurias no tiene por qué ser subsumida o sustituida por grupos o claustros de investigadores que, por la altísima jerarquía que se les atribuye y quizás merecen, no dictan clases, no enseñan, no forman colegas. Y su producción académica, por consiguiente, se concentra en inventos y descubrimientos, justificación de patentes y publicación de libros científicos y artículos para revistas indexadas, cuyo impacto social es más virtual que efectivo, porque, así sean fenomenales, tienden a reposar o a yacer en las bibliotecas y no se propagan o socializan como obras de interés público.


Está bien que se fortalezca la investigación. Pero la Universidad debe seguir siendo de docencia con investigación, no de investigación con un tenue barniz docente. Escribo como profesor y editor de libros universitarios: Colciencias y el Estado privilegian las obras catalogadas como científicas e investigativas. Aplican criterios y estándares que someten a calificar de baja la producción bibliográfica. Desconocen la cantidad y la calidad de las publicaciones académicas, no científicas pero demostrativas de la docencia. Los miles de libros académicos producidos por profesores, en géneros variados, ¡sí, hasta de poesía!, carecen de relevancia, como si no generaran ideas y conocimiento, no tuvieran difusión ni impactaran. Así se desvirtúa el concepto de Universidad de docencia con énfasis en la investigación. El profesorado está pasando a un plano secundario, como si con el estamento estudiantil no fuera la razón de ser original y trascendente de la institución universitaria, desde su fundación en Salamanca, Bolonia y demás universidades clásicas medievales. La valoración de la docencia no es equitativa.


Tomado de El observatorio de la universidad colombiana, noviembre 15 de 2016, http://www.universidad.edu.co/index.php/opinion/14211-valorar-mejor-a-los-profesores

Las preguntas existenciales, y la burocracia, tras la jubilación de un docente universitario

¿Qué lleva a un profesor universitario a pensionarse, más allá del cumplimiento de un requisito legal de edad y de años laborados?, ¿por qué debe abandonar aquello a lo que le dedicó la vida y aún ama y tiene condiciones para seguirlo haciendo?, y por qué, en algunos casos, los trámites de la pensión parecen más un castigo que un reconocimiento?
Interesante reflexión que realiza, en su "Tratado sobre la jubilación de una profesora universitaria", la chilena Guisela Parra, en un blog que, aunque específico para Chile, se constituye en una reflexión para nuestros profesores.
El siguiente es el texto:
Primero, las preguntas y la balanza: ¿quiero renunciar al contacto con las nuevas generaciones? ¿Quiero suspender mi aporte al desarrollo profesional y personal de los jóvenes que me ven? ¿Me han dejado tan cansada mis 36 años de trabajo, que necesito abandonarlo ahora? ¿Estoy tan hasta la coronilla con el mercado de la educación como para separarme del quehacer docente? ¿Es imperiosa la necesidad de dejar de sentir que las rejas de una prisión invisible me estrujan desde fuera y no puedo zafarme? ¿Cuánto me estorban la vida los formularios, los convenios académicos con su respectiva evaluación y, sobre todo, la firma en la mañana y la firma en la tarde? ¿Cuánto me pesa el hastío de ser la única académica en el área de inglés a quien le importa que le quiten la dignidad de un servicio higiénico realmente higiénico, con jabón en el lavatorio y papel para limpiarse el culo? ¿Cómo sería la vida si tuviera la libertad de escribir cuando se me antojara; tal vez hacer proyectos; tal vez leer los libros que me esperan, pacientes, en el velador; tal vez etcétera, mientras aún me funciona la entendedera? ¿Cómo sería si en cualquier momento pudiera pasear, contemplar, hacer vida social o quedarme en mi casa mirando por la ventana, según lo decida?
¿Qué haría si me pertenecieran todas las horas del día, antes de que ya no pueda elegir?
Más o menos esto es lo que sopesa una mujer como yo al cumplir 60.
Supongamos que, después de considerar todas las consideraciones que pueblan la balanza, esta mujer decide dejar atrás, antes de que sea tarde,
(1) la presión, la angustia y la tristeza provocada por una institución universitaria dizque del estado, con misión rimbombante y plan de desarrollo de fantasía, para impresionar a no sé quién y descollar en el mercado;
(2) innumerables papeles y formularios que exigen, exigen, exigen, lo posible y lo imposible, a objeto de controlar que el quehacer no se desvíe hacia la incertidumbre del saber, como antaño;
(3) la falta de respeto, de empatía y de humanidad hacia, paradójicamente, los seres humanos, inadvertidos en un mundo cuyo mayor tesoro, que hay que perseguir con desesperación, son las publicaciones indexadas, las carreras acreditadas y el marketing con disfraz de academia;
(4) la necesidad de manejar y aprender, hasta más allá de su interés, una tecnología que se le ha hecho incomprensible de tanta actualización;
(5) las múltiples arañas que pueblan la oficina compartida, con sus telas cubriendo libros y muebles, la mesita del café chorreada, las tazas sin lavar, con su consiguiente cultivo de hongos y, en general, la falta de aseo en la oficina y en el baño, cuya chapa descompuesta hará que cualquier día alguna académica incontinente se mee en los calzones antes de que logre abrir la puerta;
(6) la cada día menos soportable contaminación acústica permanente que, desde el gimnasio vecino, avanza in crescendo al ritmo de la zumba, la aeróbica o lo que fuere, castigando oídos y concentración… entre otros factores.
No cuenta esta mujer, sin embargo, con que toda una vida de 60 años cronológicos no es suficiente para perder la candidez y creer que jubilar será cosa de firmar algún papel y listo: la libertad.
Sube tempranito los interminables y escarpados escalones que llevan al 3º piso, Oficina de Personal, cuya jefa, muy amablemente, le da información, instrucciones y papelito. Lo primero, escribir al rector una carta de renuncia, donde se explicite que sí quiere el incentivo correspondiente (aquí el silencio no otorga nada). Lo segundo, recorrer todos los campus, con excepción del de Ovalle, menos mal, para que el jefe o director o mandamás de cada una de las 10 reparticiones (tal vez 11, es fácil perder la cuenta) esparcidas por diversos campus, distribuidos por toda la ciudad, firme el papelito que ella obtuviera mientras recuperaba el aliento en la cima de la escalera: no un papelito, sino el papelito; todas las firmas hay que “sacarlas” en el mismo papelito. Esto, para certificar que la funcionaria no tiene deudas, cargos por resolver, y vaya una a saber qué más.
Con claridad meridiana y mucho entusiasmo, la académica comienza su periplo. Sube la colina de su campus para firmar la asistencia matutina, va a su oficina, escribe la carta, no funciona la impresora, menos mal que hay internet, la manda a la secretaria para su impresión. Va a buscar la carta impresa a la secretaría y aparece el Director del Departamento (¡el jefe directo, primero en la lista, qué suerte!). Le presenta el papelito; pero él no firma, porque no le consta que la funcionaria no tenga cargos pendientes, explica. Perpleja, se pregunta a qué estamento puede dirigirse entonces, que tenga la constancia y, además, sea su jefe directo: no hay, de manera que da lo mismo que le conste a otra persona. Piensa que el jefe directo ha omitido, en su interior de Director de Departamento, una reflexión que le corresponde: si no le consta a él, y sin embargo no corresponde a ninguna otra persona certificar aquello, más valdría que averiguara si a alguien le consta, para no impedir a esta funcionaria ejercer su derecho al retiro.
Sale el jefe de la oficina y sólo entonces la académica se entera, por conversaciones entre secretarias, de que primero es el papelito y después la carta de renuncia, papelito adjunto; no al revés. Menos mal, porque en la secretaría no quedan sobres. La académica elabora un itinerario ajustado a la más lógica de las lógicas, y comienza el periplo: 1. Casino: Don Fulano se retiró recién, mañana sí que lo encuentra; 2. Bienestar del Personal: el jefe está con permiso, tiene que juntar todas las firmas y al final venir para acá (a la chucha el itinerario, también la lógica); 3. Múltiples preguntas y lugares intrincados para encontrar la Dirección de Servicios (con la cual nunca ha tenido contacto): Director Don Sutano, ausente; 4. Biblioteca: Director se encuentra en la ceremonia de aniversario de la universidad (¡ahhh! entonces por eso no estaban los otros tampoco), “pero puede dejar el papelito y mañana está firmado”. Se agradece una esperanza. A estas alturas, por cierto, cualquier sesentona estaría cansada. Ésta también. Decide continuar al día siguiente, total, todo el itinerario está desarmado y la lógica, patas p’arriba. Llega la sacrificada académica a su casa y suena el teléfono: “¿Se te olvidó que tenías que hacer clase de traducción literaria?” Es la Coordinadora de Carrera. Plop.
¡Por supuesto! ¿Cómo pudo pensar con un sentido común tantas veces aplicado y descartado por obsoleto? ¡Cómo pudo siquiera imaginar una universidad en Chile (u otro lugar del mundo) en cuya lógica cupiera un razonamiento como el suyo! Que comenzar el año con una profe que va a estar jubilada al cabo de dos semanas de clases (4 clases, exactamente) no tiene sentido pedagógico ni ningún otro; que lo único que se lograría sería desconcertar al estudiantado. A pesar de todos sus largos años de docencia universitaria, no ha aprendido nada: lo verdaderamente relevante en la Misión de la Universidad es ahorrarse las 8 horas que habría que pagar al profe nuevo (ése que boletea, pobrecito).
Pero volviendo al periplo: al cabo de varios días, el papelito de marras está pletórico de firmas, incluso la del jefe directo, que tal parece, hizo la averiguación; ha llegado el momento en que se debe adjuntar a la carta de renuncia y mandarla al Sr. Reptor (como lo llama, universitaria y formalmente, su señora esposa, muy universitaria y formal). Este trámite sí puede hacerse mediante estafeta; no es necesario ir personalmente a entregarla a la rectoría. Tampoco importa si en ese momento el señor Reptor no se encuentra allí: de cualquier modo, emitir la resolución pertinente le llevará tres semanas (incluye firma, a Dios gracias). Feliz y triunfante, la académica decide ir inmediatamente (previa firma en la hoja de asistencia) a la AFP, con el fin de comenzar lo antes posible el proceso correspondiente, que según ya ha averiguado, no es breve.
Error: la carta fue devuelta porque faltan trámites que a la académica no se le ocurrió hacer, por tener la mente ocupada en cosas menos trascendentes, como la literatura o su propia vida interior. Estos trámites no le fueron informados en el agotador tercer piso, por obvios. Al menos, eso es lo que piensa la secretaria de la Oficina de Personal, a juzgar por el tono de su voz: “¡Pero claaaro pues, profesora; tenía que escribir una carta al Director del Departamento para que él tome razón y después se lo comunique al Decano, no ve que tienen que estar al tanto de que cuentan con una académica menos en la planta, por si llenan el cargo y…”
Afortunadamente, Santa Secretaria se ocupó de desembrollar todo el embrollo y comunicar todo lo incomunicado, seguramente porque percibió que la académica ya estaba a punto de perder la cordura (si es que alguna vez la tuvo, nunca se sabe).
Ahora, sólo le resta esperar que pasen la semana que le queda por firmar la hoja de asistencia, mañana y tarde, y las tres semanas que demorará el Señor Reptor en firmar la resolución, para que la académica pueda comenzar con la próxima ordalía: el proceso de tramitación de la llamada pensión de vejez –cuyo primer paso demora 60 días–, con los ojos bien abiertos ojalá, de manera que, ojalá también, el plumaje de la perdiz que le embolinen la AFP y las compañías de seguros tenga la menor densidad posible; el dedo que le meta en la boca (por no decir algo peor) el libre mercado sea lo más delgado y misericordioso que un dedo pueda ser. Al fin y al cabo, todos los trabajadores chilenos, y en especial las trabajadoras chilenas, sabemos que la holgura de los plazos que se toman estas entidades para calcular no es proporcional al monto de la pensión que vamos a recibir: una especie de limosna miserable (mejor sería recibir una de Farkas), una caridad sacada de la fortuna que han amasado año tras año los dueños del país, con cada mes de salario de los que trabajan para ellos, es decir, todos nosotros. Parece la descripción de un círculo vicioso, pero no lo es. Al menos para ellos, no: por el contrario, es virtuoso y fructífero. Y lo seguirá siendo, seguirá rodando y rodando como aplanadora sin freno cerro abajo, mientras los ciudadanos no le pongan fin.
Y si el cansancio de 36 años tratando de educar, construir, entregar y soportar ya no le permite ni educar, ni construir, ni entregar ni soportar, lo más seguro es que de la energía para patalear le quede poco; que la voz no le sirva para gritar muy fuerte; que el empeño para perseverar esté casi agotado, y que la fuerza ya no le dé para andar intentando detener aplanadoras dictatoriales.
Ahora piensa, optimista, que si alguien patalea, grita, persevera y hace frente a las aplanadoras financieras, serán generaciones que ella no alcanzará a celebrar. Además, hay algo en que sí se ha actualizado, mal que le pese: sabe que en el sistema de libre mercado todo tiene un precio. El derecho a elegir la libertad de envejecer en la paz de la miseria, también.
Tomado de El observatorio de la universidad colombiana, noviembre 7 de 2016, http://www.universidad.edu.co/index.php/noticias/14186-las-preguntas-existenciales-y-la-burocracia-tras-la-jubilacion-de-un-docente-universitario

Ciencia sí, pero no así. Directora de Colciencias ataca dignidad de los científicos.

Con la frase, etiqueta o hasgtag en redes sociales "Científicos sí saben qué hacer con 1.5 billones de regalías", decenas de científicos e investigadores protestaron el fin de semana por la declaración, al Consejo Nacional de Rectores - en Barranquilla-, la directora de Colciencias, Yaneth Giha, quien indicó que  $1,5 billones de los fondos de regalías para ciencia y tecnología están represados porque no se han presentado proyectos lo suficientemente buenos para acceder a esos recursos.
Cuestionan la actitud de la directora, que califican de irrespetuosa, así como de los políticos que no han dejado que estos recursos se inviertan como deben ser y condicionan los proyectos a la agenda política, como señaló el rector de ICESI, Francisco Piedrahita.
El punto, como afirma Moisés Wasserman, es que el horizonte de las inversiones de regalías en ciencia y tecnología "es más lejano que 4 años y no buscan votos".

El sistema está politizado y no funciona

Señalan los científicos, se hace urgente una reforma al sistema de regalías, tal y como ya lo había advertido, desde julio de 2014 el propio Wasserman en su columna de El Tiempo, cuando indicó que:
"El sistema de regalías de ciencia se organizó en paralelo con el existente de ciencia y tecnología. Se creó un organismo directivo (Ocad), diferente del rector nacional de la ciencia, que es Colciencias. Ese organismo tiene tres votos: uno del Gobierno Nacional, otro del departamental y uno más de las universidades. Los proyectos en realidad son iniciativas que se ‘cocinan’ en la gobernación. No hay convocatorias abiertas o concursos de méritos. El proyecto solo puede ser presentado por la gobernación y requiere su aval previo de pertinencia (entendido como concordancia con el plan de corto término del gobernador). 
Durante estos años, algunos de los temores que despertó esa organización, extraña a los estándares de la ciencia, se han hecho realidad. El 80 por ciento de los proyectos aprobados son administrados por los entes territoriales, que no tienen ninguna experiencia en ciencia. Se aprueba prácticamente todo lo que solicitan los gobernadores. Hay proyectos que han sido propuestos y luego retirados por irrelevantes (las dos cosas por la misma persona); en alguna ocasión, meses después de aprobado un proyecto, se solicitó su suspensión hasta que se “revisaran las prioridades en la gobernación” (la misma que había dado el aval). Las interventorías son contratadas por los gobernadores. El tímido aval técnico coordinado por Colciencias, la única intervención de científicos en el proceso de aprobación, ha generado el rechazo de los gobernadores, e, incluso, ya provocó una solicitud de la cabeza de la directora porque lo consideran un impedimento para la ejecución de los proyectos.
Más grave que lo anterior es la total ausencia de un hilo conductor o de una visión de largo término. Entre las comunicaciones del Ocad no hay el menor indicio de orientación. Así, se aprobaron, por ejemplo, dos centros y un gran proyecto para investigación de la panela en tres departamentos diferentes, y dos centros de investigación sobre café en el mismo departamento, y más.
Un problema adicional, y muy serio, es la definición extraordinariamente laxa que permite, de hecho, que cualquier propuesta sea considerada de ciencia, tecnología e innovación. Un proyecto que da becas para mejorar a maestros de escuela es importante, pero no es de investigación y no debía ser cargado a estos fondos. El análisis del impacto de una carretera debió haberse hecho antes del diseño y es parte del mismo, no una investigación. Llamarlo de “innovación social” no vuelve ciencia a un software para planeación y manejo financiero. El programa Ondas es un esfuerzo por interesar a los niños en la ciencia, pero no es de investigación, y hay 27, en distintos departamentos, por valor de casi 330.000 millones de pesos, mientras que apenas se han aprobado 15.000 millones en biotecnología y cero en ciencias básicas. Pocos de los proyectos aprobados serían aceptados como inversión en ciencia por los países de la Ocde.
No dudo de que se han aprobado algunos buenos proyectos para las regiones y para el país, pero sería lamentable que fueran arrastrados y sepultados por una avalancha de improvisación y pobre administración (para no suponer algo peor)".

Ciencia sí, pero no así. Directora de Colciencias ataca la dignidad de los científicos

Así se refiere el físico y magíster de la Universidad Industrial de Santander, Cristian Sarmiento, en respuesta a las declaraciones de Giha, al tiempo que enumera algunos de los fracasos que ha tenido la administración nacional de ciencia y tecnología.
"Esas palabras -señala- además de atacar la dignidad a los que todos los días intentamos hacer ciencia en este país son una afrenta para quienes durante varios años e incluso décadas han estado solicitándole recursos al Estado ya sea mediante Colciencias u otras ventanilla y siempre les han puesto un algún reparo. Cabe decir, entonces que la ciencia en nuestro país es una suma de esfuerzos individuales en el que a veces las Universidades como instituciones deciden apoyar algunos proyectos. 
Señora directora, salir a decir que no hay proyectos suficientemente buenos es descalificar el trabajo que durante años, sin descanso y sin recursos han hecho muchos científicos en Colombia. No se le olvide que según el presupuesto 2017 (por aprobar) el apoyo a Ciencia y Tecnología será del 1,2% con respecto al de Defensa y Policía. Si aquí los proyectos no son de la envergadura de Europa y Estados Unidos es por que aquí la ciencia es algo que de vez en cuando se oye en las campañas a la presidencia, pero que no hacen parte de la agenda de quienes gobiernan.  
 
Le recuerdo que aquí quienes deciden quedarse a hacer un Doctorado no tienen una beca sino un crédito condonable, al que para acceder hay que tener fiador. El dinero de este crédito, no llega mes a mes sino en dos partidas anuales y los beneficiarios no tienen seguridad social porque no son “trabajadores”. Sin embargo, este es uno de los programas bandera para llegar a la meta de 5000 doctores en el 2020, algo que según los cálculos no va a pasar. 
 
También podemos hacer memoria, hace unos años, surgió el programa “Es tiempo de volver”, donde algunos profesionales de nuestro país sintieron que era el momento de regresar porque ahora sí habría apoyo. El resultado fue que muchos de ellos al llegar se encontraron con que las Universidades no sabían cómo pagarles o simplemente no los podían recibir. Como si fuera poco, el salario les llegó en forma de OPS y el dinero que se les prometió para equipamiento hasta ahora se ha podido ejecutar. El resultado fue que muchos de ellos renunciaron al programa. Y como casi siempre sucede, este proceso no tuvo continuidad.  
 
Otro elemento valioso en este panorama que no se puede olvidar es que los posgrados en Colombia son nuevos, pues muchos no tienen más 10 años de antigüedad y la mayoría están en plena gestación. Las Universidades se están adaptando para tener estudiantes que necesitan estar día y noche en sus laboratorios. Además, como dato curioso, le cuento que muchos grupos de investigación tienen como lugar de reuniones la cafetería de la Universidad.  
 
Así las cosas, si lo que se quiere es tener proyectos científicos que articulen Universidad, Empresa y Estado lo que hay que hacer es usar ese dinero para incentivar los grupos de investigación según la clasificación de Colciencias. Hay que construir nuevos laboratorios y equiparlos adecuadamente para poder competir y en algunas universidades donde ya no hay espacio hay que hacer el edificio completo. Se debe becar a los estudiantes de posgrado, Becar no Endeudar, e incentivar a los tesistas de pregrado. Mejor dicho, lo que hay que tener es una política de CyT que marque la dirección a la cual va a ir el país.  
 
Sarmiento concluye diciéndole, que en este país hay mucha gente que sabe cómo gastar ese dinero en proyectos muy ambiciosos como grandes observatorios Astrofísicos, pero eso requiere de tiempo y esfuerzo. Este proceso se demora por lo menos dos décadas para empezar a mostrar resultados que la sociedad pueda palpar. La ciencia no se hace diciendo hay plata pero ustedes son tan incompetentes que no proponen nada interesante".

Tomado de El observatorio de la Universidad, octubre 31 de 2016, http://www.universidad.edu.co/index.php/noticias/14162-cientificos-si-saben-que-hacer-con-1-5-billones-de-regalias

Colombia está todavía muy lejos de ser bilingüe David Bish, experto en bilingüismo, explica por qué el atraso y qué debe hacerse para mejorar.

¿Qué tiene que ver la riqueza natural y cultural con el bilingüismo? Colombia quiere ser una potencia en turismo y ahora el acceso a lugares recónditos será más fácil.
A los turistas les anima venir al país para conocer las selvas, los ríos, los mares, los nevados y sus respectivas faunas y flora. Pero, algo que dificulta potencializar el turismo es que los colombianos, en su gran mayoría, no hablan inglés.
De acuerdo con el Índice de Nivel de Inglés 2015 de Education First (EF), que analizó 70 países, Colombia está en el puesto 57. En la clasificación obtuvo un puntaje de 46,54, que, según el informe, resulta ser muy bajo.
David Bish, director de Gestión Académica de EF, estuvo en Colombia y afirmó que la principal razón por la que el nivel de bilingüismo es así de bajo es porque los profesores tienen un desempeño igual de precario. “Creo que se debe hacer mucho más en el aspecto pedagógico de los docentes. Como también mejorarles sus condiciones salariales”, afirmó.
Por otro lado, para lograr superar el estigma de que ‘acá no se habla inglés’, según Bish, “innovar y atraer a los alumnos a través de nuevas tecnologías es una buena opción. Pero es un reto que se les plantea a los profesores de hoy”. Y es que las herramientas y los flujos de información pueden alimentar el aprendizaje del inglés.
“Las escuelas en la nube brindan una enseñanza especializada a millones de personas que no podían acceder a un aprendizaje de calidad, y la introducción al aula de dispositivos móviles, como el iPad, no solo responde a la cotidianidad de los alumnos, sino que suma elementos positivos a la clase para que aprender un nuevo idioma sea más dinámico, interactivo e interesante”, afirmó el experto.
En eso coincide Anne-Marie Truscott, del Centro de Investigación y Formación en Educación de la Universidad de los Andes y doctora en enseñanza de bilingüismo, quien aseguró que “los profesores deben acercarse a los intereses de los estudiantes, buscar textos cercanos, como la música, el deporte, y así crear nuevas pedagogías. De igual forma, la tecnología es una excelente forma de lograrlo”.
Bish aseguró que “es fundamental la creatividad a la hora de enseñar, es la forma de lograr que los estudiantes se interesen por aprender” y agregó que, “las herramientas tecnológicas facilitan los procesos creativos de pedagogía”.
Uno de los principales problemas que se han identificado en cuanto a la enseñanza de la segunda lengua es que, muchas veces, los mismos docentes de esa materia la desconocen o no la dominan lo suficiente como para enseñarla.
Al respecto, Bish expresó que “el gobierno debe ser estricto y exigir que quienes enseñan inglés en verdad sepan hacerlo”, pero planteó opciones para solucionarlo, “se puede, por ejemplo, invertir en clases de inglés online, eso ayuda mucho y que los profesores reciban entrenamiento virtual”.
Hay dos aspectos fundamentales que deben ser tenidos en cuenta por quienes quieren aprender inglés: la exposición a la lengua, es decir, que el estudiante debe hacer aquello que le gusta en inglés, como películas, leer libros, ir a teatro, entre otras, y practicarlo, o sea “tratar de hablarlo todos los días, escribir en inglés”. Esto último se puede lograr a través de redes sociales o por medios virtuales.
‘English man’ en Colombia
Como Sting en Nueva York, los extranjeros que no hablan ni una pizca de inglés se sienten como verdaderos alienígenas cuando llegan a Colombia. Inclusive, llegan ellos mismos a aprender unas cuantas palabras en español para poder solucionar su día a día. Y es que, como se mencionó en los primeros párrafos, el nivel de inglés en Colombia es muy bajo.
Aunque si bien es cierto que el turismo es una de las principales áreas de la economía que se ve fortalecida por un buen nivel inglés de la población de un país, hay otras razones para darle importancia. En los países desarrollados, como dice el estudio de EF, el inglés está ligado a metas de desarrollo, expansión del sector de servicios y una mayor conectividad con el resto del mundo. Saber inglés, hoy en día, no es opcional, es obligatorio.
Según Anne-Marie Truscott, “ha habido muchos esfuerzos en Colombia para mejorar la enseñanza de inglés y estos han dado resultados. Sin embargo, creo que hace falta mucho trabajo por parte de los profesores, no solo en materia de actualización, también en sentir que ellos pueden implementar nuevos proyectos y formas de acercar a sus estudiantes al inglés”.
De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional (MEN), los bajos niveles pueden explicarse por el hecho de que “la enseñanza de este idioma no ha sido prioridad real de nuestro sistema educativo oficial”, pero aclara que “queremos que lo sea y que todos los niños, niñas y jóvenes matriculados en colegios oficiales cuenten con la oportunidad de aprender inglés desde pequeños”.
En el 2015, el porcentaje de estudiantes de colegios oficiales que se graduaron en nivel Pre Intermedio B1 fue del 3,2 por ciento. Para el 2018, la meta del programa Colombia Bilingüe es subir este porcentaje al 8 por ciento.
La forma como la cartera educativa mide los avances de las metas es a partir de las pruebas Saber 11. Desde el 2008 el porcentaje era de 1,4 por ciento y ha aumentado porcentualmente 1,8 por ciento para llegar al 3,2 por ciento en el 2015. Aunque el progreso parece notorio, en el estudio de EF no lo es tanto. De hecho, concluye que en el 2014 se logró pasar del nivel muy bajo, al bajo.
Aun así, el MEN tiene el programa Colombia Bilingüe, cuyas acciones se enmarcan dentro del propósito de hacer de Colombia la mejor educada de la región para el 2025. Algunos proyectos son los campos nacionales e internacionales de inmersión en inglés; ‘English, Please! Fast Track, en el cual 192.800 estudiantes recibieron ediciones de libros de inglés; Colombia Bilingüe English Kit; estableció los Derechos Básicos de Aprendizaje (DBA) en el área de bilingüismo, y el que ha sido más reconocido, el programa Formadores Nativos Extranjeros.
SIMÓN GRANJA MATIAS
Tomado de El tiempo, octubre 8 de 2016, http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/bilinguismo-en-colombia-no-avanza/16722086

Mineducación: 'Sí estamos mejorando en inglés' La entidad asegura que programas dirigidos a estudiantes están dando resultados.

Tras conocerse los resultados del Índice de Nivel de Inglés (EF EPI) en los que Colombia sigue estando en un nivel muy bajo, aun cuando mejoró, el Ministerio de Educación reaccionó asegurando que se están llevando a cabo acciones importantes para revertir esta situación. 
Rosa María Cely, gerente del programa Colombia Bilingüe del MEN, se refirió a este tema.

¿Qué opina sobre los resultados que publicó Education First (EF)?
Al final del estudio, cuando habla del tipo de prueba que aplica, dice que no es una muestra representativa. Además, la población que evalúa no es la misma población con la que trabaja el Ministerio de Educación, que son chicos hasta grado 11; ellos evalúan población adulta, en promedio de 28 años. Creo que esa es una precisión importante. No es que la situación de Colombia sea favorable. Pero los resultados de otras pruebas están cambiando, demuestran que estamos mejorando. Aunque tienen razón en que Colombia no está muy bien ubicado a nivel mundial, lo que podemos entrar a mirar es lo que estamos haciendo.
Usted dice que los resultados han mejorado en otras mediciones…
La prueba Saber en inglés se alineó en el 2006 con la Universidad de Cambridge, y mide un rango hasta nivel intermedio; esa es la que usamos. La prueba de EF es computarizada y las personas la toman voluntariamente, no tiene ningún tipo de control, es decir que no se sabe quién presenta la prueba, en nuestro caso sí se sabe. Tienen los mismos componentes, pero la nuestra dura 50 minutos; la de EF depende del nivel de la persona, pero por ahí unos 30 minutos. Nuestra prueba es mucho más completa por cuenta del nivel de inglés de las personas. Entonces los resultados están mejorando hasta ahora.
Ambas mediciones concluyen que Colombia no tiene buen resultado en inglés…
Lo que decimos en el Ministerio es que los jóvenes que están egresando del sistema están mejorando, pero por el resto de los colombianos no podemos decir que los estemos impactando. Tiene razón: el país requiere y necesita trabajar mucho desde diferentes frentes, del Ministerio de Comercio y Turismo, del Sena, para que el panorama del país cambie.
¿Cuál es la razón de fondo de los malos resultados en pruebas de inglés de los colombianos?
La primera es que no existe una necesidad real de hablar inglés en el día a día, contrario a lo que ocurre con países europeos a los que les va mejor en esta clasificación; para nosotros es una lengua extranjera. Segunda: nuestro sistema de enseñanza-aprendizaje del inglés en general, no solo en el sector oficial, ha sido muy tradicional; nuestros docentes no hablaban o enseñaban inglés en inglés, sino que en español con un énfasis gramatical. Estas tendencias están empezando a cambiar con lo que venimos haciendo desde hace dos años; el énfasis ahora es comunicativo, y el profesor lo habla en el aula todo el tiempo. Con los maestros nativos queremos que los jóvenes tengan la necesidad de hablarlo todo el tiempo. Otro factor es que todo el mundo sabe que es necesario el inglés, pero no había motivación porque las clases eran un poco monótonas, gramaticales, poco comunicativas. El problema no está en la persona, sino en la metodología que se tenga y en la cantidad de contacto con alguien que hable inglés, en la posibilidad de que a través de actividades amenas sea agradable aprenderlo.
¿Cuáles son las acciones puntuales del MEN para mejorar el nivel de inglés de los colombianos?
Creemos que es importante el contacto con un hablante nativo. Tenemos el programa de nativos extranjeros con 600 profesores de otros países, y 55 licenciaturas en lenguas. Mejora el profesor, mejoran los estudiantes. También estamos haciendo campos nacionales e internacionales de inmersión para jóvenes de grado 10. Hasta el momento se han beneficiado 3.800 estudiantes que van durante dos semanas a diferentes sitios del país donde solo hablan inglés con profesores extranjeros. También se están distribuyendo textos de inglés atractivos, motivantes; este año los entregamos en los grados noveno, décimo y once junto con talleres de formación para los profesores, para que sepan utilizar el material. En enero tendremos los textos de primaria. Colombia no tenía un currículo para enseñar inglés, este año lanzamos el currículo de secundaria, o sea que todos los profesores de secundaria tiene el norte claro de qué enseñar, cómo enseñar, qué contenidos. En enero es el de primaria. Y tenemos un programa de incentivos para profesores; se los motiva para que vayan al exterior durante periodos de tres semanas. Esos incentivos e inmersiones son la apuesta que tiene el Gobierno. La suma de todo esto está ayudando a que los resultados estén mejorando.
¿Cuándo se empezarán a ver los resultados de este trabajo?
Nos tomará años, pero si seguimos a este ritmo de inversión, y lo pudiéramos ampliar, el incremento será mejor. Creo que en dos años habrá sorpresas, porque vamos a estar muy por encima de la meta. La nueva Ministra está totalmente convencida de que se requiere mayor inversión en el programa y disponibilidad de las estrategias. Creo que hay que darle tiempo. No creo que sea una necesidad como tal que Colombia sea un país totalmente bilingüe, pero es fundamental que los estudiantes que se gradúan del colegio se comuniquen en inglés en nivel preintermedio y eso está empezando a ser una realidad.
Tomado de El tiempo, noviembre 15 de 2016, http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/nivel-de-ingles-de-colombia/16750981

Aunque mejoró, Colombia se rajó de nuevo en dominio de inglés. Incluso en profesionales, el nivel es muy básico. Colombia ocupa el lugar 49 entre 72 naciones.

De acuerdo con el más reciente Índice de Nivel de Inglés (EF EPI) que cada año publica la compañía Education First, el país sigue estando en un nivel muy bajo frente al dominio de esta lengua, aun cuando los resultados demuestran que hubo mejoría con respecto al 2015.
Para empezar hay que decir que Education First construyó este índice analizando los resultados de evaluaciones de clasificación de inglés presentados por más de 900 mil personas de distintas edades, en 72 países.

De acuerdo con el informe de resultados, Colombia pasó del puesto 57 en el 2015 al 49 (entre 72 países), en el 2016. Aunque ascendió ocho puestos, no le alcanzó a ubicarse en un mejor nivel del escalafón.
Lo que las cifras demuestran es que Colombia ha tenido un crecimiento exponencial desde el 2011. “En los últimos cinco años ha avanzado en su nivel de inglés, aunque ese avance no le ha permitido salir de un nivel bajo versus los otros países”, explicó Camilo Uribe, gerente de EF Colombia. Desde ese entonces ha mejorado 5,64 puntos en su dominio del inglés.
El perfil que arroja la investigación es que los colombianos evaluados son mayores de edad, en gran medida con estudios universitarios, y, más allá de presentarse, entender señales sencillas y ofrecer indicaciones básicas en inglés, no manejan casi nada del idioma. Esto lo corroboran los últimos resultados de las pruebas Saber que demuestran que el 72,6 por ciento de los estudiantes se encuentran en los niveles A y A1, los dos más bajos.
De acuerdo con Uribe, “el bilingüismo ha sido una bandera del Gobierno, aunque todavía hay mucho por avanzar. Pero es que también los resultados se empiezan a ver en el largo plazo. El inglés no se aprende de la noche a la mañana, y puede llevar por lo menos 5 o 10 años”.
El gerente de EF dice, además, sentirse sorprendido al ver que se les exige a los niños de colegios que sepan inglés, pero cuando se mira a los profesores “es gente con las mejores intenciones que nunca han tenido la oportunidad de ir al exterior. Es importante que ellos sepan buen inglés para poder enseñarlo bien”.
En esta sexta edición del EF EPI, además de presentar los resultados de Colombia frente al mundo, se publicaron los niveles de competencia de las principales ciudades evaluadas del país.
Los bogotanos, bumangueses y barranquilleros tienen un nivel de competencia bajo con promedios de 50,66, 49,76 y 49,64, respectivamente. Mientras que Cali, Medellín y Cartagena tiene nivel muy bajo con promedios de 48,11, 47,83 y 44,03.
En cuanto a los departamentos, Cundinamarca encabeza como el de mejor manejo del idioma, con un resultado de 50,39; seguido por Santander, con 49,01 y Atlántico, con 49,01. Por otro lado, Antioquia tiene nivel muy bajo, con 47,57, después Valle del Cauca, 47,10, y Bolívar, con 43,96.
Otros datos interesantes de Colombia son que las mujeres manejan mejor el idioma que los hombres. En cuanto a edades, entre los 21-25 años está la población con el puntaje más alto (50,85), mientras que los mayores de 40 años tienen los resultados más bajos (42,73).
La investigación clasificó a un total de 72 países en los que se encuestó a más de 950.000 personas. De todas las regiones evaluadas, Latinoamérica es la única que disminuyó su nivel del dominio del inglés frente a los resultados del 2015.
En comparación con países de la región, Colombia solo está por encima de Panamá, Guatemala y Venezuela. Mientras que la mayoría de los países latinoamericanos evaluados se ubicaron en un nivel bajo, con excepción de Argentina, que ocupó el puesto 19 (nivel alto) y República Dominicana, en el puesto 23 (nivel medio).
Los resultados del informe no dejan de ser alarmantes, si se tiene en cuenta que el dominio del inglés no sólo beneficia a las personas en particular por representar mayores oportunidades laborales e incluso mejores salarios, sino que el manejo de una segunda lengua tiene correlación con el nivel de educación, la competitividad económica, el grado de innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías de un país.
EDUCACIÓN
Tomado de El tiempo, Noviembre 14 de 2016, http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/colombia-se-raja-en-ingles/16750272