Carga académica, manejo del tiempo y tener éxito en la carrera puede generarles ansiedad.
Los universitarios de hoy están más estresados que nunca. Así lo indican los resultados de una investigación con más de 200 mil estudiantes de 279 instituciones de educación superior en Estados Unidos, y hecha durante los últimos 25 años.
En 1985, el 64 por ciento de jóvenes se consideraban a sí mismos como personas 'estables emocionalmente'. Pero hoy solo afirma lo mismo el 52 por ciento. Esto quiere decir que el grupo de los 'tranquilos' -consigo mismo y con los demás- ha caído 12 puntos.
Al mismo tiempo, revela el estudio, los universitarios que se declaran angustiados o agobiados pasaron del 18 por ciento en 1985, al 29 por ciento en el 2010: prácticamente, uno de cada tres. Y en el caso de las mujeres, la situación es mucho peor, pues la cifra llega al 39 por ciento.
Tres razones principales de esta situación de estrés en ascenso son: las cada vez más grandes exigencias académicas, el temor de no ser capaces de sacar adelante sus carreras y la ansiedad que genera la fuerte competitividad laboral que encontrarán cuando terminen de estudiar.
Pero a eso también hay que sumar problemas inherentes a la adaptación a la vida universitaria, señalan profesionales de psicología de los departamentos de bienestar universitario de varias instituciones nacionales.
El temor de no ser capaces de hacer amigos o de lograr ser aceptados por sus pares genera enormes cuadros de ansiedad y angustia.
Competitividad laboral
Álvaro Franco, psiquiatra de niños y jóvenes, explica que la presión familiar y docente, el reto del multilingüismo, los sistemas de evaluación y los nuevos compromisos y responsabilidades para resolver sus problemas les causan mucho estrés a los universitarios.
Rocío González, profesora de psicología de la Universidad de La Sabana, afirma que el estrés de los universitarios tiene varias etapas.
En los primeros semestres -dice- está la no siempre fácil adaptación a la vida universitaria; luego, viene el reto de una mayor exigencia académica y, posteriormente, la necesidad de reestructurar el proyecto de vida, ante la cercanía del grado.
A lo que Nicolás Merizalde Zuluaga, director de Bienestar Universitario del Externado de Colombia, agrega una cuarta etapa: la especialización. "La necesidad de seguirse cualificando académicamente aumenta su ansiedad, dado que el joven es consciente de que el mercado laboral suele preferir a los profesionales con posgrados".
Y toda esta presión académica, en ocasiones, se ve agravada por la presencia de trastornos de aprendizaje que, según la psiquiatra Yezmín Abrajim, hacen que el joven sea más vulnerable a ser maltratado o a tener bajo rendimiento académico.
Por eso, insiste, padres y docentes deben identificar a tiempo las dificultades que presente para ayudarlo y evitar la depresión y la ansiedad.
REDACCIÓN VIDA DE HOY